crónicas del gualicho
martes, 23 de febrero de 2010
El alemán viajero- Constantine- un tumbeador extranjero
Constantine: un alemán que estaba recorriendo la Patagonia a pie. Estaba en el camping de Lago Posadas, y tenía un instinto fenómeno para acercarse a nuestro campamento ni bien prendíamos el fuego.
En esta foto está comiéndo el piche que cazó Tato.
Constantine quería pasar a Chile por el puesto de gendarmería de Lago Pueyrredón, razón por la cual lo despedimos calurosamente en Lago Posadas, unos días después volvimos a encontrarlo en Lago Pueyrredón, donde no le pasamos mucha bolilla porque nos pareció sospechoso que se acercara a hablar siempre a la hora de la comida...
Le pusimos por esa causa el Tumbeador, en honor al cuento de Asencio Abeijón, lo recuerdan?
Constantine se convirtió en otra anécdota de viaje, por su gusto por el "armadillo" como él llamaba al piche, y su deseo de comerse, desde una cuncunita hasta un guanaco...
viernes, 19 de febrero de 2010
Lago Posadas
Portal de entrada a la localidad de Lago Posadas (re- bautizada Hipólito Irigoyen, pero nadie usa ese nombre excepto en los papeles oficiales)
Una pequeña población fronteriza, que fue un antigüo paso de carreros entre Chile y Argentina
Monumento en la plaza de Lago Posadas, nosotros le pusimos el caballero de lata (que es una antigüa leyenda mapuche) y está construido por chapas de cinc
El Cerro de los Indios, cuenta con numerosas pinturas rupestres
Tato con el piche que cazamos en feroz encontronazo hombre-bestia
Isis, tratando de cazar algún pajarito
Nuestro campamento
Lago Posadas, vista a la altura del Puente de piedra
El gualicho y su conductor, rumbo al Lago Pueyrredón
jueves, 4 de febrero de 2010
2° Etapa- Perito Moreno, Cueva de las Manos, Lago Posadas
Tempranito en la mañana arrancamos rumbo a la Cueva de las Manos, unos cuantos kilómetros de asfalto nuevito nuevito nos llenó el rostro de sonrisas, aunque sabíamos que allí nomás la 40 nos esperaba con toda su carga de leyenda. La noche anterior quemamos unas milanesas y llevábamos todo el equipamiento para almorzar en el Centro de interpretación,unos argentinazos sanguches de milanga que a todo el mundo conforman y confortan. En la ruta cruzamos un gringo en bici que venía, dale y dale a la pedaleada con ese extraño placer del extranjero de sufrir viajando, antes de llegar al desvío que nos llevaría a las cuevas nos detuvimos, parada técnica y fotos; nuestros amigos guías, la familia Suarez, viajaba con Isis, una hermosa gatita cachorra toda negra que pedía pis y estirar las piernas. Admiramos el imponente cerro Poivre en lontananza, y Cacho me contó que ahicito nomás, a la vuelta del Poivre estaba el Cañadón del Rio Pinturas.
Un poco más de saltitos ripiosos, guanacos, choiques en abundancia y un paisaje increíble barranca abajo. El Gualicho hubiera suspirado de haber sido humano, y hubiera dicho "por ahi tengo que bajar?", tranqui tranqui fuimos descendiendo, en fin, la subida será otra cosa (y así fue).
A la una salía el siguiente grupo, donde iríamos nosotros; así que dimos plena cuenta de las milangas y al apetito de los concurrentes no les importó demasiado que estuvieran un tanto resecas. Luego de juntar energía y ponernos unos cascos muy sentadores, que deberíamos sostener con las manos -el viento los quería al fondo del barranco- salimos al recorrido.
Es un lugar común describir lo impactante que es ese lugar. 9000 años o más nos separan de esa gente que allí habitaba, que allí vivía y hacía arte, en fin...el hombre toca las puntas de los dedos del hombre en ese sitio; lo que más me emocionó fue ver las manitos de los niños estampadas en la piedra, y una figura (capáz que la vi yo sola con Kevin) de un guanaco revolucionario que corría él a sus cazadores (una escena realista, por otra parte, debe haber pasado alguna vez).
Terminamos la caminata y el tiempo (no cronológio sino atmosférico) nos corre, unas gotas nos recuerdan que tenemos muchos kilómetros de ripio por delante. Pican al frente los Suarez y el Gualicho encara la subida. Pero es un vehículo muuuuyyyy largo, y en una curvita con repechaje, se clava. No sube.
Tato transpira y recuerda que tenemos frenos de emergencia (al precipicio no nos vamos a ir, gracias Gustavo!!) la segunda se niega a entrar. Carga aire para que destrabe el freno de emergencia, y nada...Tato transpira más. Mis suegros y yo permanecemos en silencio. Yo decido abrir la puerta y me bajo. Ahí veo qué pasa. La parte de atrás del Gualicho, donde va la rueda de auxilio, está clavada en la tierra y traba la rueda. Entonces no tracciona. Le cuenta a Tato qué pasa y ahi, ya más tranquilo, pone primera, segunda, y salimos....psss, respiramos. Los chicos se habían quedado con su auto en la parte de arriba, esperando y viendo qué hacían, si bajaban a ver qué pasaba, con el riesgo de no poder dar vuelta, etc...ya pasó, seguimos viaje.
Pasamos Bajo Caracoles porque la llovizna seguía, tomamos la ruta al Lago Posadas y mi suegra seguía acribillando al paisaje con el botón de la cámara de fotos.
Llegamos a Lago Posadas, ya había salido el sol, yo hago mi vuelo, mi viaje literario recordando el libro de María Brunswig "Allá en la Patagonia", al llegar la familia de Alemania fueron a vivir allí, a un lugar inhóspito pero bellísimo. Es ahora un pequeño pueblo, de cuatro manzanas por cuatro manzanas, de gente amable y hospitalaria, como el señor del camping donde paramos, un bello refugio...descansar, hacer planes para el día siguiente y a dormir de un día plagado de emociones...
CONTINUARÁ
Un poco más de saltitos ripiosos, guanacos, choiques en abundancia y un paisaje increíble barranca abajo. El Gualicho hubiera suspirado de haber sido humano, y hubiera dicho "por ahi tengo que bajar?", tranqui tranqui fuimos descendiendo, en fin, la subida será otra cosa (y así fue).
A la una salía el siguiente grupo, donde iríamos nosotros; así que dimos plena cuenta de las milangas y al apetito de los concurrentes no les importó demasiado que estuvieran un tanto resecas. Luego de juntar energía y ponernos unos cascos muy sentadores, que deberíamos sostener con las manos -el viento los quería al fondo del barranco- salimos al recorrido.
Es un lugar común describir lo impactante que es ese lugar. 9000 años o más nos separan de esa gente que allí habitaba, que allí vivía y hacía arte, en fin...el hombre toca las puntas de los dedos del hombre en ese sitio; lo que más me emocionó fue ver las manitos de los niños estampadas en la piedra, y una figura (capáz que la vi yo sola con Kevin) de un guanaco revolucionario que corría él a sus cazadores (una escena realista, por otra parte, debe haber pasado alguna vez).
Terminamos la caminata y el tiempo (no cronológio sino atmosférico) nos corre, unas gotas nos recuerdan que tenemos muchos kilómetros de ripio por delante. Pican al frente los Suarez y el Gualicho encara la subida. Pero es un vehículo muuuuyyyy largo, y en una curvita con repechaje, se clava. No sube.
Tato transpira y recuerda que tenemos frenos de emergencia (al precipicio no nos vamos a ir, gracias Gustavo!!) la segunda se niega a entrar. Carga aire para que destrabe el freno de emergencia, y nada...Tato transpira más. Mis suegros y yo permanecemos en silencio. Yo decido abrir la puerta y me bajo. Ahí veo qué pasa. La parte de atrás del Gualicho, donde va la rueda de auxilio, está clavada en la tierra y traba la rueda. Entonces no tracciona. Le cuenta a Tato qué pasa y ahi, ya más tranquilo, pone primera, segunda, y salimos....psss, respiramos. Los chicos se habían quedado con su auto en la parte de arriba, esperando y viendo qué hacían, si bajaban a ver qué pasaba, con el riesgo de no poder dar vuelta, etc...ya pasó, seguimos viaje.
Pasamos Bajo Caracoles porque la llovizna seguía, tomamos la ruta al Lago Posadas y mi suegra seguía acribillando al paisaje con el botón de la cámara de fotos.
Llegamos a Lago Posadas, ya había salido el sol, yo hago mi vuelo, mi viaje literario recordando el libro de María Brunswig "Allá en la Patagonia", al llegar la familia de Alemania fueron a vivir allí, a un lugar inhóspito pero bellísimo. Es ahora un pequeño pueblo, de cuatro manzanas por cuatro manzanas, de gente amable y hospitalaria, como el señor del camping donde paramos, un bello refugio...descansar, hacer planes para el día siguiente y a dormir de un día plagado de emociones...
CONTINUARÁ
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2° Etapa- Perito Moreno,
Cueva de las Manos,
Lago Posadas
lunes, 1 de febrero de 2010
Segunda etapa: Cueva de las Manos
El Surán de los Suarez adelantando al pobre y lento Gualicho en la ruta 40
El Gualicho en la 40 y al fondo, el cerro Poivre
Un gringo bicicleteando en la 40, vaya uno a saber de dónde vendría el pobre
Hasta allá abajo teníamos que ir
Cañadón del Río Pinturas (una maravilla creada por el mejor paisajista del mundo)
Ale y Cacho encasquetados, atrás Alan, y más atrás, Tato
El gualicho (el otro gualicho, figura rupestre) en medio de las manos en negativo y positivo
Mujeres pariendo y las nueve lunas
Otra vista del Cañadón, hacia el final del recorrido
Bajo Caracoles e intespestivo chaparrón de verano
Crónica tardía 1° parte
El año 2010 recién comenzaba a abrir los ojos y la ruta se nos hizo agua la boca.
Un viento típicamente patagónico fue el arrullo para el ruido del motor del Gualicho, que devoraba kilómetros con su pachorra de provinciano; a pocos kilómetros de Pico Truncado una Ford Transit y su conductor nos hacen señas imperiosas de auxilio. Nos detenemos unos metros adelante y un señor, desesperado, nos dice que el viento le arranca la lona y a mercadería que llevaba atada junto con la lona.
- el viento me corta las sogas, usted no sabe lo que es-
(si, claro, claro que sabemos, pensamos para los adentros, mientras un tato, cancherísimo se pone a atar la lona como corresponde, para que no embolse en nuestra plácida brisa patagónica)
-pero no va a aguantar- dice el señor que, nos enteramos es de Venado Tuerto, y viene a vender sus productos al sur, muebles pequeños, estanterías, esas cosas...
-si que va aguantar, créame- le ruega Tato al borde de la paciencia, si no será que tenemos un doctorado en viento, pero casi casi...
-con que aguante hasta Truncado- dice el don, medio resignado a que no le dure la atadura.
-Va a aguantar, quédese tranquilo- le digo, si ya se ve la torre de la cementera de Truncado, estaremos a treinta km a todas luces...
Abrazos, gracias, gracias, de nada y seguimos viaje
(luego lo encontraremos en una estación de servicio en Perito, y tal nuestro vaticinio, llegó lo más bien a Truncado, promete visitarnos en San Julián, etc)
El retraso hace que lleguemos a una hora más o menos inoportuna a Perito, llamo desde Las Heras para preguntarle a mi amiga Alejandra hasta qué hora está abierto el camping:
- Qué camping? estacionan en casa- me responden del otro lado de la línea tanto Ale como Cacho , que ya nos estaban esperando... amigos queridos!!
Las últimas luces del dia a las diez y media de la noche y llegamos a Perito Moreno (ex Pari Aike: lugar de juncos), pasamos por un bolichito abierto y compramos unos bifes y cerveza, para no caer de manos vacías, pero bue...ya estaban las pizzas listas y la familia Suarez- Negrón listos a recibirnos.
Abrazos, conversaciones apuradas, siempre pasa, nos queremos contar todo en un segundo, hacemos planes para ir juntos a La Cueva de las Manos y luego, rumbo a Lago Posadas...al día siguiente íbamos a llevar a mis suegros María y Valdemar a conocer Los Antiguos y el lago Buenos Aires, así les dábamos tiempo a los chicos en Perito para que preparen sus petates...
Al otro día llegamos a Los Antiguos post fiesta de la cereza (me gustan los finales de fiesta porque tienen una melancolía infinita), negocios cerrados, viento, día nublado y meláncólico...almorzamos al lado del Río Los Antiguos y salimos a caminar.
Mi suegra parecía un franco tirador con su cámara de fotos, todo le asombraba...pero aún faltaba muchos asombros y muchas fotos de este viaje...
Volvemos a Perito y, cosas patagónicas, en la estación de servicio volvemos a encontrar al señor de la Transit, de nuevo: abrazos, gracias de nuevo, nos devuelve una soga que le habíamos prestado/regalado...tanto agradecimiento nos valió la bendición de los dioses, luego verán por qué...
CONTINUARÁ
Un viento típicamente patagónico fue el arrullo para el ruido del motor del Gualicho, que devoraba kilómetros con su pachorra de provinciano; a pocos kilómetros de Pico Truncado una Ford Transit y su conductor nos hacen señas imperiosas de auxilio. Nos detenemos unos metros adelante y un señor, desesperado, nos dice que el viento le arranca la lona y a mercadería que llevaba atada junto con la lona.
- el viento me corta las sogas, usted no sabe lo que es-
(si, claro, claro que sabemos, pensamos para los adentros, mientras un tato, cancherísimo se pone a atar la lona como corresponde, para que no embolse en nuestra plácida brisa patagónica)
-pero no va a aguantar- dice el señor que, nos enteramos es de Venado Tuerto, y viene a vender sus productos al sur, muebles pequeños, estanterías, esas cosas...
-si que va aguantar, créame- le ruega Tato al borde de la paciencia, si no será que tenemos un doctorado en viento, pero casi casi...
-con que aguante hasta Truncado- dice el don, medio resignado a que no le dure la atadura.
-Va a aguantar, quédese tranquilo- le digo, si ya se ve la torre de la cementera de Truncado, estaremos a treinta km a todas luces...
Abrazos, gracias, gracias, de nada y seguimos viaje
(luego lo encontraremos en una estación de servicio en Perito, y tal nuestro vaticinio, llegó lo más bien a Truncado, promete visitarnos en San Julián, etc)
El retraso hace que lleguemos a una hora más o menos inoportuna a Perito, llamo desde Las Heras para preguntarle a mi amiga Alejandra hasta qué hora está abierto el camping:
- Qué camping? estacionan en casa- me responden del otro lado de la línea tanto Ale como Cacho , que ya nos estaban esperando... amigos queridos!!
Las últimas luces del dia a las diez y media de la noche y llegamos a Perito Moreno (ex Pari Aike: lugar de juncos), pasamos por un bolichito abierto y compramos unos bifes y cerveza, para no caer de manos vacías, pero bue...ya estaban las pizzas listas y la familia Suarez- Negrón listos a recibirnos.
Abrazos, conversaciones apuradas, siempre pasa, nos queremos contar todo en un segundo, hacemos planes para ir juntos a La Cueva de las Manos y luego, rumbo a Lago Posadas...al día siguiente íbamos a llevar a mis suegros María y Valdemar a conocer Los Antiguos y el lago Buenos Aires, así les dábamos tiempo a los chicos en Perito para que preparen sus petates...
Al otro día llegamos a Los Antiguos post fiesta de la cereza (me gustan los finales de fiesta porque tienen una melancolía infinita), negocios cerrados, viento, día nublado y meláncólico...almorzamos al lado del Río Los Antiguos y salimos a caminar.
Mi suegra parecía un franco tirador con su cámara de fotos, todo le asombraba...pero aún faltaba muchos asombros y muchas fotos de este viaje...
Volvemos a Perito y, cosas patagónicas, en la estación de servicio volvemos a encontrar al señor de la Transit, de nuevo: abrazos, gracias de nuevo, nos devuelve una soga que le habíamos prestado/regalado...tanto agradecimiento nos valió la bendición de los dioses, luego verán por qué...
CONTINUARÁ
jueves, 28 de enero de 2010
Salida de San Julián, rumbo a Perito Moreno- 1° Etapa del periplo
El bridasaurio de Pico Truncado
Un clásico de nuestros viajes: la trompa del gualicho y la ruta...vamos rumbo a Perito Moreno donde nos espera la hospitalidad de los queridos amigos Cacho Suarez y Alejandra Negrón, poetas, escritores y agitadores culturales; y sus hijos Kevin y Alan
La bajada de El Pluma, entre Las Heras y Perito Moreno: es un lugar soñado, histórico, viejo parador de carros en la ruta a Puerto Deseado; donde hay un boliche, un chorrillito y el casco de una estancia...uno de los tantos rincones escondidos de nuestra Patagonia
Una vista del Lago Buenos Aires, llamado General Carreras del lado chileno, y nombrado Chelenco por sus primitivos habitantes
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